Triste redentor
del dolor ajeno Tu pelo crece
tanto
como mis uñas
que se clavan
en tu carne
y sangran
con tu angustia.
Triste mentor
del placer ajeno
Ay! de tí...que hueles a maravillas
y la vida te devuelve
máscaras de mentira.
Triste de tí
que te toca sufrir
y tristes nosotros
que no podemos quererte
tanto.
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